No hace
mucho, veíamos cómo algunos profesores salen de clase abatidos y con
comentarios tales como “No puedo con esta clase, no puedo…”. Un trabajo que
cada día se hace más difícil y en el que se ha perdido el respeto por la figura
del profesor.
Aprender es
un acto voluntario que ha de realizarse en un clima de cooperación y respeto
entre padres, profesores y alumnos. Sin educación no puede haber formación.
Deberíamos tener instrumentos para facilitar el aprendizaje a aquellos alumnos
que ni quieren aprender ni permiten que los demás aprendan.
Nos
enfrentamos a una generación de niños consentidos y malcriados. Cuando un niño
se pone chulo ante el director o el jefe de estudios, hace ya tiempo que los
padres han perdido la batalla en casa. Necesitamos un acceso más sencillo y más
temprano a una Formación Profesional cualificada que dé salidas a este alumnado
conflictivo y desmotivado. Necesitamos la colaboración de los padres en el
proceso educativo y necesitamos gobernantes que piensen en la enseñanza como un
derecho básico y no como un campo de batalla en la lucha partidista.
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