Un día como otros, doña Pepa se preparó para dar
su caminata de todos los días. Cuando salía de su charco, las
demás ranas murmuraban su belleza y los sapos la querían como esposa.
Se fue a pasear por el centro comercial y encontró un letrero que decía:
- “Concurso para las bellas ranas, inscripciones abiertas”.
Cuando Pepa vio ese letrero se emocionó muchísimo, porque
pensó que era el concurso indicado para ella y se inscribió.
Al día siguiente Pepa fue con mucha ilusión y se presentó la
primera al concurso. Tuvo que esperar mucho tiempo, ya estaba medio dormida,
cuando de repente escuchó una voz que decía:
- “Señorita Pepa…. señorita, despierte”.
Cuando despertó escucho que le decían que había ganado el
concurso y se puso muy contenta. Rápidamente le mostraron su camerino; no se
podía mover de la felicidad que tenía. Cuando entró vio millones de
vestuarios y millones de maquillajes, emocionada iba cogiendo todo y se lo
probaba.
En su primer acto todo parecía salir bien para ella porque
no se daba cuenta que era la que menos nivel tenía de todas. Al tercer acto los
jurados la descalificaron.
Ella al final se dio cuenta que no era la belleza lo más
importante, sino que lo mejor eran los valores que tenía, la alegría, el
compañerismo que tuvo con sus compañeras del concurso, la confianza en sí
misma, etc.
FIN
Moraleja del cuento: No tienes que ser bella para
demostrar tu talento.
Un día como otros, doña Pepa se preparó para dar
su caminata de todos los días. Cuando salía de su charco, las
demás ranas murmuraban su belleza y los sapos la querían como esposa.
Se fue a pasear por el centro comercial y encontró un letrero que decía:
- “Concurso para las bellas ranas, inscripciones abiertas”.
Cuando Pepa vio ese letrero se emocionó muchísimo, porque
pensó que era el concurso indicado para ella y se inscribió.
Al día siguiente Pepa fue con mucha ilusión y se presentó la
primera al concurso. Tuvo que esperar mucho tiempo, ya estaba medio dormida,
cuando de repente escuchó una voz que decía:
- “Señorita Pepa…. señorita, despierte”.
Cuando despertó escucho que le decían que había ganado el
concurso y se puso muy contenta. Rápidamente le mostraron su camerino; no se
podía mover de la felicidad que tenía. Cuando entró vio millones de
vestuarios y millones de maquillajes, emocionada iba cogiendo todo y se lo
probaba.
En su primer acto todo parecía salir bien para ella porque
no se daba cuenta que era la que menos nivel tenía de todas. Al tercer acto los
jurados la descalificaron.
Ella al final se dio cuenta que no era la belleza lo más
importante, sino que lo mejor eran los valores que tenía, la alegría, el
compañerismo que tuvo con sus compañeras del concurso, la confianza en sí
misma, etc.
FIN
Moraleja del cuento: No tienes que ser bella para
demostrar tu talento.
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